Estoy abrumada! Una reciente columna en la que se pidieron sugerencias sobre cómo atraer a los estadounidenses para que coman más vegetales generó casi 600 respuestas por correo electrónico y un largo, muy largo menú de comida para el pensamiento.
La mayoría de las sugerencias vinieron de personas que aman los vegetales y ya encontraron formas de incorporarlos tanto a sus dietas como a las de sus familias.
Sin embargo, fueron igualmente instructivas aquéllas que eran de personas que dijeron no disfrutar particularmente de las verduras, sugiriendo formas en la que podían volverse más atractivas.
Un tema recurrente fue que deberíamos dejar de vender vegetales por su valor para la salud (así como dejar de reñir a la gente que no logra comer suficientes) y más bien centrarnos en lo positivo: los deliciosos sabores y colores que pueden darle muchísima variedad a comidas y bocadillos.
Otro era la importancia de enseñarle a la gente técnicas rápidas y fáciles para alcanzar resultados que hacen agua la boca. Como escribió Elif Savas Felsen: “Si les enseñan a los estadounidenses a cocinar vegetales y dejan de gritarles como un loco virtuoso de la salud alimentaria, ellos aprenderán”.
Además, Katherine Erickson exhortó a que “dejemos de referirnos a los vegetales como guarniciones”, y más bien diseñemos comidas en torno a ellos.
Hay que empezar joven
Deles una probada de vegetales frescos a sus hijos desde las primeras etapas, las más tempranas. Tan pronto como mis hijos fueron capaces de recoger pedazos para alimentarse solos, vegetales mixtos congelados, con escaso cocimiento, adornaban sus charolas de comida.
“No se rinda”, escribió L.K. Schoeffel. “Siga haciendo de todos esos vegetales un elemento central de sus comidas familiares”.
Si, en las primeras etapas, los niños no quieren probarlos, introdúzcalos una y otra vez. Y asegúrese de que usted mismo los coma. Presente los vegetales como comidas divertidas, quizá mediante la lectura, con los niños, del “ABC de las frutas y verduras” (editorial Ceres, 2007), escrito astutamente por Steve Charney y David Goldbeck, con hermosas ilustraciones de Maria Burgaleta Larson, con todo y poemas, chistes, acertijos, geografía, recetas y formas de cultivar alimento.
Cree un sentido de pertenencia. Si le es posible, haga que sus hijos le ayuden a plantar un pequeño jardín de vegetales o cultive algo comestible en la tarima o repisa de una ventana. Involúcrelos en la elección de vegetales en la tienda o en un mercado de agricultores, destacando sus interesantes formas y colores, y permita que los niños ayuden en su preparación. Incluso un niño de dos años de edad puede enjuagar tomates cherry, o tomate cereza, y arrojarlos a una ensalada.
“Pregúnteles cuántos chícharos pueden recoger con su tenedor”, sugirió Edward Batcheller. “Ayúdenles a cortar poroto verde. Deje que ellos aprendan a pelar zanahorias.
Presente todo tipo de vegetales, fruta, etcétera, que ellos puedan mezclar para hacer una buena bebida con la licuadora”.
Muchos lectores exhortaron a que las escuelas restablecieran clases de cocina tanto para niñas como para niños — el aprendizaje de alimentos también puede reforzar lecciones de matemática, ciencia y geografía — con un acento en los vegetales frescos que también se sirven en la cafetería escolar.
Sin embargo, los platos de estos lugares cocinan excesivamente los vegetales, insípidas verduras que no ganarán conversos. Niños y adultos a menudo aprenden a experimentar nuevos vegetales en casas de otras personas; o cuando van de compras. Supermercados, grandes tiendas y otros detallistas pueden preparar degustaciones de vegetales para que cualquiera los pruebe. Al igual que en décadas de antaño, a los niños se les debe servir la misma comida que los adultos comen.
Nada de comida “especial para niño”, como lo expresaron varios lectores. De manera similar en restaurantes, los platillos de los niños deberían incluir muchos vegetales sabrosos en vez de papas fritas. La Dra. Susan Gardner, de Houston, preguntó: ¿Dónde están los padres de antaño que meramente ponían alimentos variados y nutritivos sobre la mesa y daban por sentado que sus activos y ocupados hijos los comerían? Nada de convencimiento, ni de súplicas o comentarios.
Carol Caputo, de Nueva York, abrigaba un pensamiento similar: “Los padres actuales les preguntan a sus hijos qué quieren comer. Uno es el padre, así que debe decidir. No discutan sobre la comida, sólo sírvala!”
Para el momento en que los niños tienen mucha hambre pero la comida aún no está lista, sirva zanahorias crudas y recién cortadas, pepino, apio o pimiento rojo, o una combinación, con una salsa como humus (puré de garbanzo), aliño de ensalada o yogur sazonado. La alubia de la soya constituye un magnífico bocadillo; a los niños les encanta sacarlos de su vaina.
Es probable que un niño con hambre coma lo que haya disponible. Si en lugar galletas y papitas fritas hay un platón de vegetales listos para comer o un tazón de tomate cherry a la mano, bien pudieran comérselos. Incluso el consumidor más reacio de vegetales pueden manejarlos si están gratinados o hechos puré y ocultos en estofados, sopas, salsas para pasta, hogazas de pan, pan rápido y panqués. Los favoritos de mi familia incluían panes de calabaza y calabacita.
Missy Chase Lapine, quien ha cobrado fama como la Chef Taimada, sugirió “colar vegetales en las comidas que a la gente ya le gusta comer, como espagueti y albóndigas. Una vez que se dan cuenta de que el platillo que les acaba de encantar tenía espinaca, se vuelven más abiertos a probar la espinaca directamente”
Concéntrese en el sabor
“Nunca los hierva”, escribió Walter Jacobsen. “Incluso si están congelados, pienso que saben mucho mejor, y son más crujientes, si se saltean en un aceite saborizado”.
Hay un popular refrán: “¿Qué hay de malo con ponerle un poco de aceite de oliva o mantequilla, para hacer que los vegetales sean más sabrosos?”
Como notó alguien, si se reduce la porción de carne y pan con mantequilla, sobra amplio espacio calórico para un poco de aceite o mantequilla — incluso pedacitos de panceta o tocino — para sazonar los vegetales.
Una idea sumamente popular era una sopa rica en verduras (yo solía moler los vegetales que mis hijos rechazaban al solo verlos), quizá con diminutas albóndigas, cubos de pollo o tofu sazonado.
Considere preparar un gran plato para comer por unos cuantos días, quizá congelando una parte (etiquetada y fechada) para otro día. El otro día, mi almuerzo fue un puré de chícharos que hice y congelé en 2008. Debajo encontré pavo y sopa de Colombia que cociné el año pasado.
Muchos lectores sugirieron mi propio favorito; salteé-fría vegetales en un chorrito de aceite de oliva sazonado con ajo, cebolla, chalotes o vinagre balsámico y un toque de sal y pimienta. Otro de mis favoritos: vegetales a la parilla, lo cual se puede hacer tanto en el comal de la estufa como en una parilla de barbacoa.
Otra popular sugerencia fue la de asar vegetales, ya sea individualmente o mixtos, en el horno u horno tostador en porciones aproximadamente iguales, con un toque de aceite de oliva, sazonados con sal y pimienta o hierbas, para hornearlos después a 400 grados durante aproximadamente 20 minutos o hasta que alcancen la textura deseada.
A menudo se mencionaron los bocadillos de col rizada a la plancha. Margaret P. Mason sugiere que se unte una sola capa de pedazos de col sobre un molde de galleta. Aplique aceite de oliva con una brocha, rocíelos de sal y hornéelos a entre 375 y 400 grados. Mueva durante aproximadamente cinco minutos y asegúrese de que no se quemen.
También se mencionó con frecuencia los zumos de vegetales. Chester Chanin piensa que los restaurantes deberían ofrecer “atractivos zumos de vegetales frescos como una bebida de cortesía antes de que llegue la comida”. Brindaré por eso!
Publicado el 04/11/2010
Fuente: Emol- Tendencias y Mujer
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